martes, 27 de mayo de 2025

Kalimán vs Red Sonja

 


Kalimán vs Red Sonja:

El duelo de los mundos

El cielo temblaba. Un resplandor rasgó el tejido de la realidad, abriendo un portal entre dimensiones. Kalimán, el Hombre Increíble, meditaba en su santuario cuando percibió la alteración. Sin demora, se lanzó hacia el fenómeno, sabiendo que su deber era preservar el equilibrio del universo.

Al otro lado, en un mundo de sangre y acero, Red Sonja, la guerrera de la melena de fuego, blandía su espada contra horrores de pesadilla. El portal se abrió sobre su batalla, absorbiéndola antes de que pudiera asestar el golpe final.

Ambos cayeron juntos en un paisaje extraño: una mezcla de las selvas místicas que Kalimán conocía y los páramos bárbaros de Sonja.

Red Sonja, desconfiada por naturaleza, sacó su espada al ver al enigmático hombre vestido de blanco.

—¿Quién eres, mago? ¿Eres aliado de esos demonios? —espetó, apuntándole con la hoja.

Kalimán alzó la mano en gesto de paz.

—No busco pelea, dama guerrera. Mi nombre es Kalimán. Vengo en paz.

Pero Sonja, desconfiada por su dura vida, atacó. Sus reflejos eran tan veloces como el rayo, su fuerza templada en mil batallas. Kalimán, sin perder la calma, esquivó cada embate, utilizando su agilidad sobrehumana y su dominio del yoga y las artes marciales.

La lucha fue un torbellino:

Espada contra mente.

Fuerza bruta contra precisión.

Gritos de guerra contra el silencio de la concentración.

Finalmente, en un movimiento magistral, Kalimán desarmó a Sonja sin herirla, atrapando su muñeca con la delicadeza de un maestro.

Ambos respiraban con dificultad, midiendo al otro. Sonja soltó una carcajada seca.

—Eres mejor de lo que pareces, forastero.

—Y tú, una fiera digna de respeto —respondió Kalimán, sonriendo con serenidad.

En ese momento, una nueva amenaza surgió: criaturas oscuras, nacidas de la fusión de sus dos mundos, avanzaban con sed de destrucción. Kalimán y Red Sonja cruzaron una mirada de entendimiento.

La verdadera batalla apenas comenzaba.

Juntos, el hombre de la mente poderosa y la mujer de la espada invencible, se lanzaron al combate, formando una alianza forjada no en la sangre, sino en el respeto mutuo.

Kalimán y Red Sonja: La Ciudad Perdida de Kharam-Azhul

Tras derrotar a las criaturas oscuras, Kalimán y Red Sonja hallaron en el corazón del paisaje híbrido un mapa antiguo, trazado en pergamino de escamas negras. En él se hablaba de Kharam-Azhul, una ciudad legendaria entre mundos, guardiana de secretos prohibidos y poderes que podrían destruir o salvar realidades enteras.

Red Sonja, siempre sedienta de aventuras (y tesoros), sonrió al leerlo.

—¿Una ciudad olvidada llena de riquezas? ¿Qué esperamos?

Kalimán, con la mirada grave, respondió:

—No todo tesoro es oro, Sonja. Muchos de los mayores males del universo duermen tras puertas selladas.

—Entonces será divertido despertarlos —rió ella, montando su caballo prestado.

Caminaron durante días, cruzando montañas que flotaban sobre mares de niebla y selvas donde los árboles susurraban en lenguas muertas. Kalimán utilizaba su dominio mental para protegerlos de trampas ilusorias, mientras Sonja cortaba cualquier amenaza física con su acero ensangrentado.

Finalmente, llegaron a las puertas ciclópeas de Kharam-Azhul: dos colosos de piedra representando a dioses antiguos, sus ojos incrustados de gemas que brillaban como estrellas. Al tocar las puertas, un estruendo sacudió la tierra, y la ciudad emergió ante ellos: cúpulas doradas, obeliscos con inscripciones que ni Kalimán podía descifrar completamente.

Pero no estaban solos.

Seres espectrales, antiguos habitantes malditos, defendían su morada eterna. Red Sonja desenvainó su espada con un rugido de guerra, mientras Kalimán entonaba mantras ancestrales que dispersaban a los fantasmas.

Mientras luchaban espalda con espalda, Sonja exclamó:

—¡Cuando termine esto, tú y yo pelearemos otra vez! ¡Sin fantasmas de por medio!

—Será un honor, Sonja de Hyrkania —respondió Kalimán, esquivando una lanza espectral.

En el centro de Kharam-Azhul, hallaron un artefacto brillante: el Ojo de Ma'at, una gema que podía sellar las brechas dimensionales o destruir mundos si caía en manos equivocadas.

Kalimán, sabiendo que no podía dejarlo atrás, se dispuso a sellarlo en un hechizo de protección. Pero el propio espíritu de la ciudad se rebeló: torres colapsaban, el cielo se fracturaba.

Con un grito de furia, Red Sonja cargó, abriendo camino entre ruinas y enemigos, protegiendo a Kalimán mientras terminaba su ritual.

Finalmente, con un estallido de luz, el portal entre sus mundos comenzó a cerrarse. Debían decidir rápido.

—¿Vienes conmigo? —preguntó Kalimán, tendiéndole la mano.

Sonja miró hacia atrás, hacia su mundo bárbaro lleno de gloria y muerte, luego hacia adelante, al misterio de nuevas tierras junto a este hombre de calma imperturbable.

Sonrió.

—¿Y perderme más aventuras? No, mago. ¡Todavía quiero ese duelo!

Juntos, saltaron hacia el portal, justo cuando Kharam-Azhul colapsaba en un mar de olvido.

Así comenzaba una nueva saga de hazañas y batallas: Kalimán y Red Sonja, los guerreros de dos mundos.

Kalimán y Red Sonja: Las Torres de Cristal

El portal los lanzó a un mundo que ni en sueños habrían imaginado.

Ciudades flotaban en el cielo, conectadas por puentes de luz. Las calles eran de cristal y los seres que las habitaban no caminaban: flotaban, envueltos en armaduras líquidas de energía pura.

Red Sonja, acostumbrada a la brutalidad de la Edad Hiboria, miraba todo con una mezcla de asombro y desprecio.

—Bah... demasiadas luces, y poca sangre —murmuró, desenfundando su espada.

Kalimán, más sereno, cerró los ojos, extendiendo su percepción.

—Aquí la violencia es mental, Sonja. No subestimes a un enemigo que lucha con pensamientos en vez de espadas.

Antes de que pudieran explorar, fueron recibidos por los Guardianes de las Torres de Cristal, seres antiguos que custodiaban el flujo del tiempo.

Ellos les hablaron en pensamientos:

"La presencia de ustedes dos altera los caminos del destino. Uno debe quedarse. Uno debe irse."

La decisión pesaba como un yunque entre ambos.

Aquella noche, en un balcón suspendido sobre estrellas, Kalimán y Sonja conversaron bajo el manto de un cielo extraño.

Sonja, sentada con las piernas cruzadas, afilaba su espada con movimientos mecánicos.

—Nunca he tenido un hogar. Siempre he sido una errante. Pero... ahora, por primera vez, siento que pertenezco a algo.

Kalimán, con voz baja, respondió:

—El hogar no es un lugar, Sonja. Es un estado del alma. Lo llevas contigo.

Ella soltó una risa amarga.

—¿Y tú? ¿No extrañas nada de donde vienes?

Kalimán miró hacia el horizonte, donde constelaciones desconocidas brillaban.

—Yo soy mi deber. No tengo derecho a añorar lo que he dejado atrás.

Hubo silencio entre ellos, pesado, casi doloroso.

Sonja, impulsiva como siempre, se acercó y puso una mano callosa sobre la de Kalimán.

—Quizás, solo por esta noche, puedes ser algo más que un deber.

Kalimán, por primera vez en mucho tiempo, permitió que su máscara de serenidad se agrietara apenas. Cerró los ojos, aceptando esa efímera conexión humana.

Al amanecer, su decisión fue tomada.

Red Sonja sería quien se quedaría, aprendiendo los secretos de la guerra mental para un día regresar a su mundo como una diosa de acero y pensamiento.

Kalimán seguiría adelante, cruzando otros portales, cumpliendo su eterno destino como defensor de los mundos.

Antes de separarse, Sonja le lanzó una sonrisa desafiante.

—Recuerda esto, Kalimán: cuando nos reencontremos, ¡será para pelear como iguales!

Kalimán inclinó la cabeza en señal de respeto.

—Y cuando llegue ese día, será un combate digno de leyenda.

El portal se cerró tras él, llevándolo hacia su próxima aventura… pero dejando en su alma una cicatriz invisible, tan filosa como la espada de la mujer de cabello de fuego.

FIN DEL PRIMER ARCO

🌟 KalYez 🌟 YesWare 🌟

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