sábado, 24 de mayo de 2025

KALIMÁN Y LA SOMBRA DE CTHULHU

Kaliman

KALIMÁN Y LA SOMBRA DE CTHULHU

Una aventura más allá del tiempo y la razón

En una noche silenciosa en El Cairo, mientras el viento del desierto acariciaba las ruinas antiguas, Kalimán sintió una perturbación en el equilibrio cósmico. No era un simple peligro terrestre: era una vibración profunda, una llamada antigua que resonaba en los rincones más oscuros del universo.

A través de los susurros de un viejo sabio tibetano, Kalimán se enteró de una profecía olvidada: "Cuando el portal estelar se abra en el Templo de las Sombras, la entidad dormida despertará, y la locura se extenderá como una plaga entre los hombres."

Sin perder tiempo, Kalimán, acompañado de su fiel discípulo Solín, viajó hacia las junglas olvidadas de Madagascar, donde un culto secreto había reactivado antiguos rituales. En lo más profundo de la selva, oculto bajo una bóveda de estrellas ajenas, se encontraba el Templo, construido en honor a un ser que la mente humana apenas podía concebir: Cthulhu.

Una vez dentro, el aire se tornó denso, como si el espacio mismo temblara. Solín, aunque valiente, apenas podía sostenerse en pie ante la opresión de aquella presencia.

Y entonces, La Sombra de Cthulhu emergió.

No era aún el cuerpo completo de la criatura, sino una proyección: tentáculos de sombra, ojos que brillaban como soles moribundos, y una voz que no hablaba en palabras, sino en terrores primordiales.

Kalimán cerró los ojos. Su mente, templada por años de disciplina, se alzó como un escudo. Recordó su principio: "Serenidad ante el peligro, valor ante el temor."

En un acto de pura voluntad, proyectó un círculo de energía mental, una barrera de luz dorada, manteniendo la sombra a raya.

Pero Cthulhu no podía ser derrotado por la fuerza sola. El héroe debía enfrentar el núcleo del horror: la desesperanza misma. En una batalla mental que pareció durar milenios en un solo instante, Kalimán invocó la esencia misma de la humanidad —el amor, la fe, la esperanza—, y la dirigió contra la oscura criatura.

Finalmente, con un rugido que hizo vibrar la tierra, la Sombra se disolvió, regresando a su prisión cósmica... por ahora.

Solín, temblando pero vivo, preguntó:

—¿Lo hemos vencido, maestro?

Kalimán, con su serenidad habitual, respondió:

—Hemos ganado esta batalla, Solín. Pero en las estrellas, otras sombras se agitan. Debemos estar siempre preparados.

La luna resplandecía alta en el cielo, mientras los dos héroes desaparecían en la niebla de la selva, listos para su próxima aventura.

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